QUERIDO 2020…
Querido 2020:
Apenas quedan unas horas para que te vayas para siempre.
Y me gustaría despedirme de ti.
He de reconocer que ha sido muy complicado convivir contigo.
Desde que llegaste a nuestras vidas no lo has puesto nada fácil.
No viniste sólo. Trajiste contigo a un intruso, un maldito virus que desde que llegó no ha hecho otra cosa que sembrar el miedo, la destrucción de la economía y lo peor, la muerte. Superando cualquier película de ficción.
Yo sé que tú no fuiste el verdadero culpable.
Estoy segura de que alguien o algo, de manera accidental, o no, lo puso en tu camino. Y tú, inocentemente, lo fuiste llevando a todas y cada una de las partes del mundo en que has estado. Y han sido muchas.
Pero ahora eres tú quien se lleva todas las culpas. Es más fácil así. Y claro está, todo el mundo está deseando que desaparezcas para siempre.
Como si nada hubiera pasado. Como si fueras tú, y no otros, el culpable de esta situación.
Como si mañana, cuando ya no estés, todo volviera a la normalidad.
Ojalá.
Querido 2020. Yo quiero decirte algo. Quiero que sepas que no todo ha sido malo.
Hemos vivido momentos maravillosos también a tu lado. Y hemos aprendido mucho.
El obligado encierro, que para muchos ha supuesto un drama, para otros, como es mi caso, supuso la posibilidad de convivir con mi marido y mis hijos de una forma que en circunstancias normales no hubiera podido ser.
De hacer y compartir comidas, risas, confidencias, juegos de mesa, y también alguna que otra pelea, todo hay que decirlo.
De volvernos más generosos, más empáticos y de intentar ayudarnos más unos a otros.
También sé que para muchas personas, tú, querido 2020, has supuesto la pérdida de sus seres queridos.
Aunque no todas esas personas se fueron por la culpa del maldito virus que nos trajiste.
Algunas de ellas nos dejaron porque es ley de vida, como fue el caso de María, la madre de mi querida amiga Esther.
Otras de ellas nos dejaron porque es ley de vida y por culpa de otro maldito, el cáncer, del que tú, querido 2020, en este caso no tienes la culpa porque hace mucho que llegó a nuestras vidas. Este fue el caso de Rafael, el padre de mi querida amiga Cris.
Y luego, querido 2020, sin ser ley de vida y por culpa del maldito cáncer, nos dejó nuestro querido amigo José María.
No hay día que pase que no me acuerde de él. Hemos vivido muchas cosas juntos. Desde el día que llegamos a la vez a Cancún y nos convertimos en familia por elección, hasta la enfermedad compartida.
Una magnífica persona, padre y esposo que tuvimos la suerte que fuera nuestro amigo. Sirvan estas palabras como un humilde homenaje.
Siempre estarás en nuestro corazón.
Pero tengo que decirte algo querido 2020.
A pesar de todo lo que te has llevado, tengo que darte las gracias.
Para mí, para nosotros, tú has significado esperanza, recuperación, en definitiva, volver a la vida.
Bueno, en realidad, sabes que no has sido tú, no puedes ni debes colgarte ese mérito.
Quién hizo posible “el milagro” ha sido en primer lugar DIOS, a quién llevo dando las gracias cada día desde el 12 de Junio. Eso sí, se las daba en privado y hoy quiero dárselas en público.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS DIOS MÍO. No me cansaré de decirlo.
En segundo lugar, quién hizo posible “el milagro” fue todo el equipo médico y de enfermería del Hospital Reina Sofía de Córdoba, con Álvaro Arjona y Raquel Serrano a la cabeza, con Pilar López Carreto, Eva Torres, Lourdes, Pilar Pérez Navero y un sinfín de nombres más que no acabaría ni en varios post de nombrar.
Todos y cada uno de ellos son unos magníficos profesionales y unos verdaderos héroes y no los de las películas.
No podía acabar este año, querido 2020, sin hacer público mi agradecimiento a todos y cada uno de ellos en particular y al Hospital Universitario Reina Sofía en general.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS A TODOS. No me cansaré de decirlo.
En tercer lugar, quien ha hecho esto más fácil y a quién tengo que agradecer es a toda mi familia, con mis hijos y las abuelas a la cabeza.
Pero que bien se han portado todos estos meses.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS A TODOS. No me cansaré de decirlo.
Y por último, pero más importante, querido 2020, es el protagonista de esta historia, el que tiene las costuras en el cuerpo y al que llamo ahora cariñosamente «medio páncreas».
El que ha luchado incansablemente y con una actitud envidiable todos estos duros meses.
ENHORABUENA MI AMOR. Lo lograste, lo logramos.
Creo que estas razones, querido 2020, son más que suficientes para que, a pesar de todo, quiera expresarte mi gratitud antes de que te vayas para siempre.
Gracias porque, ese maldito virus que nos trajiste, nos ha obligado a replantearnos muchas cosas.
A valorar mucho más a las personas que queremos. A nuestra familia, a nuestros amigos.
A valorar los pequeños grandes placeres de la vida, los abrazos, los besos y las sonrisas con la cara al descubierto.
A valorar la salud como nuestro bien más preciado.
En definitiva, querido 2020, a disfrutar y a valorar la vida, que se nos estaba olvidando.
Hasta siempre 2020.
Bienvenido 2021.
Sólo te pido que entres en nuestras vidas repleto de salud y de trabajo para todos.
Que del resto ya nos encargamos nosotros.
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